La Sala El Jardín de Molina de Segura acoge exposición de dibujos Apuntes sobre una figura infinita, de José María Párraga, del 9 de febrero al 9 de abril

La inauguración de la muestra tendrá lugar el martes 9 de febrero, a las 20.00 horas

La exposición de dibujos APUNTES SOBRE UNA FIGURA INFINITA, del artista José María Párraga, organizada por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Molina de Segura en colaboración con el Instituto de las Industrias Culturales y de las Artes de la Región de Murcia, a través de su proyecto Itinerarios: geografías del Arte Contemporáneo, abre sus puertas al público el martes 9 de febrero. El acto de inauguración tendrá lugar a las 20.00 horas, en la Sala de Exposiciones El Jardín (en Calle Joaquín Abellán, n° 8, de Molina de Segura).

La muestra, en la que se exponen 80 dibujos de tinta y lápiz sobre papel, podrá visitarse hasta el día 9 de abril, en el siguiente horario: jueves y viernes, de 11.30 a 13.00 horas; y de martes a sábado, de 17.30 a 20.00 horas.

Esta exposición de dibujos de José María Párraga reúne tres décadas de trabajos (de los sesenta a los noventa) de un artista fundamental en la plástica murciana cuya obra sirve de nexo entre la tradición y la modernidad, siendo una figura clave en la renovación y ruptura producida en nuestra región a mediados de los años sesenta del siglo pasado. Como señaló ya en 1967 José García Martínez, la obra de Párraga esconde una gran dosis de ternura: "Los temas escogidos se refieren siempre a conflictos humanos. Los personajes son gentes humildes e indefensas: los pobres, los viejos y los niños. El autor hace gala también de todo lo que se relaciona con lo femenino. Sus figuras podrán ser en algunos casos atormentadas pero en su mayoría no son sino pobres hombres que se nos muestran con la grandeza y la miseria que a todos nos caracteriza".

En esta muestra puede verse su constante preocupación a lo largo de su dilatada trayectoria por la figura humana: desnudos, escenas populares, personajes que se ocultan, monstruos, escenas mitológicas: un retablo que da cuenta de la coherencia y continuidad de los temas de un artista para el que el dibujo fue un ejercicio constante y tal vez el núcleo esencial de su obra. La delicadeza de las líneas de estas obras y a su vez la rotundidad y la exactitud del trazo permiten apreciar perfectamente la fuerza de un artista que, con su obra, dio cuenta de la fragilidad de la vida humana e intentó salvar del olvido algunas caras, algunas escenas, algunos cuerpos.

JOSÉ MARÍA PÁRRAGA (Alumbres 1937-1997)

Cursó los estudios de secundaria en el Instituto Alfonso X el Sabio de Murcia y comenzó a estudiar Magisterio en 1951, compaginándolo con las clases en la escuela de Artes y Oficios de Murcia, donde se forma con profesores de la talla de José María Almela Costa, Luis Garay, Clemente Cantos y Mariano Ballester.

Posteriormente vivió una temporada en Madrid, donde entabla contacto con otros pintores como Manolo Valdés. Viaja a Holanda y Francia y allí toma contacto con la obra de los postimpresionistas, lo que marcó considerablemente su obra. En 1955, Párraga empezó a trabajar de maestro, profesión que abandona por falta de vocación. Realizó su primera exposición individual en 1956 y unos años después, en 1964, participó en la fundación del grupo AUNAR junto a los pintores Manuel Avellaneda y Aurelio Pérez Martínez y los escultores Elisa Séiquer, Francisco Toledo Sánchez, José Toledo Sánchez y José Hernández Cano, impulsando la renovación en el panorama artístico murciano.

A lo largo de su extensa carrera, Párraga empleó diversas técnicas, como el dibujo, pirograbado e incluso ilustraciones en prensa. Sus primeras obras son figurativas pero muestra una cierta deformación o alargamiento. A partir de 1959 comienza a experimentar con el collage y emplea técnicas próximas a las artes gráficas y, en torno a 1968, se deja ver la influencia de Picasso y Klee, lo que le llevó a realizar una serie de figuras monstruosas. En los ochenta sufrió una crisis emocional y trabaja con trazos quebrados pero, a partir de los noventa, comenzó una etapa más equilibrada y recuperó de nuevo sus característicos trazados curvos y sinuosos, incorporando además el color.

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